Uno de
los placeres que más disfrutaba de niña era comer una buena rebanada de pastel,
acompañada de un gran frappé. Ese era mi sentimiento y parte de mi todo.
Siempre
soñé con tener un café, con tener un espacio para que más gente como yo pudiese
conocer y sentir ese disfrute casi único, sueño que me acompañó e impulso hasta
lograrlo. El camino no fue fácil, problemas hubieron muchos, pero estos no
impidieron consolidar el sueño.
Nunca
perdí el puerto al que quería arribar. Sabia que al pasar la tormenta un rico
café para ti y para mí nos aguardaba.
Hoy,
agradezco al cielo y a ti por ser parte de esta historia de éxito que
escribimos juntos mientras paladeamos ese aroma, ese sabor y textura que los
dioses crearon y que en esta mesa podemos servir.
La
historia continua… ven, a ti también te
invito a formar parte de ella.
Muy original la historia de tu cafetería.
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